Estimada, o no, Inés:
Los discursos políticos se pueden ensuciar de un millón de formas diferentes, de la misma manera que cualquier historia de ficción puede acabar convertida en una cruel broma. No obstante, entre todas las formas de manchar la narrativa política hay dos recursos que, de tan cutres, llegan a resultar hasta tiernos. Me estoy refiriendo al miedo y a la mentira.
El miedo es un gran instrumento de control social. Inocula miedo en la población y tendrás a un conjunto de ciudadanos dóciles que te verán como una especie de salvador, igual que un detergente capaz de eliminar todas las manchas, incluso antes de que el niño patoso se lleve la primera cucharada de chocolate a la boca. El miedo paraliza y te sujeta a todos los estados posibles de conservadurismo. Supongo que es un mecanismo de defensa. Todavía recuerdo con cierta hilaridad esa vieja leyenda urbana entre adolescentes con las hormonas desatadas que aseguraba que la masturbación te deja ciego. Miedo. O que si no votas al partido X, te vas a quedar sin cobrar la pensión. Más miedo. O que una Catalunya independiente vagará por el espacio sideral. ¿Miedo? No: risas.
La mentira también ensucia cualquier relato que pretenda anclarse a la realidad. A diferencia del miedo, no se basa en la incertidumbre, sino que pretende crear una realidad paralela. El problema para los mentirosos es que, en pleno siglo XXI, en la sociedad de la información, en esta postmodernidad de redes sociales, la mentira puede tener una vida de horas o, incluso, de minutos.
Que tengas escolta no es una consecuencia de lo que insinúas. No tiene absolutamente nada que ver con el hecho de que en Catalunya exista esa famosa fractura social a causa del proceso independentista. Entre otras cosas porque la fractura social es MENTIRA. Y si hay alguien que amenaza son los ultras a Jordi Borrás y demás periodistas o los tuiteros descerebrados que se hacen selfies con pistolas o que insultan al presidente de la Generalitat, para después bajarse los pantalones en las emisoras de radio y caminar cual pingüino emperador. Si tienes escolta es porque la Conselleria de Interior te ha asignado una al ser jefa de la oposición. Punto. Al final, si la gente se quiere creer que la masturbación provoca ceguera, que votar al partido X es una garantía de quedarte sin jubilación o que en Catalunya se vive un clima violento por culpa del proceso, es realmente su problema. Que uno elija vivir con miedo o tenga un umbral de credibilidad excesivamente bajo, debe ser un derecho, supongo. Sin embargo, vivir del miedo y de la mentira es algo de lo que muchos os deberíais avergonzar.
Àlex Ribes
Blog Societat Anònima
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